martes, 10 de noviembre de 2009

Los presidenciables en "Chile Debate"



Hay que decirlo. Fue muy entretenido el debate en canal 13, hubo mayor confrontación entre los candidatos. Me asombró lo exaltado que estaba el candidato de la derecha y el festival de tics que lo acomplejaban… y en su desesperación incluso, tiró la foto que presentó Marco Enríquez-Ominami, lo que evidencia un considerable nerviosismo.

El candidato independiente, Enriquez Ominami, mejoró en lo que es dicción, se expresó más pausado y cabe destacar su rapidez mental...aunque a veces incurría en ser una "metralleta iconoclasta", como lo calificó el senador Nelson Ávila en su Twitter.

Arrate, demostró nuevamente que es una opción confiable para llegar a ocupar la primera magistratura, pero sus ideas y su contenido se aleja de la realidad y la cultura de nuestro país. Demostró un apego por sistemas político-económicos anacrónicos, los cuales no deben ser referentes para los países como Chile, naciones emergentes que deben tener como referentes sistemas educacionales y políticos de vanguardia que nos permitan ser desarrollados. Por ejemplo, incurrió en un error en destacar el régimen político cubano y en calificarlo como una democracia; cuando hace más de 60 años que no se eligen popularmente las autoridades en ese país.

Eduardo Frei, estuvo fome y fue la carne de la parrilla. Todos sus contendores, a excepción de Arrate, lo interpelaron con temas como la delincuencia en caso de Piñera, y el agua y las sanitarias en caso de ME-O. Frei, demostró con esto que no tiene mucho ofrecerle al país, salvo muchas explicaciones por los errores de su ex mandato, además de una candidatura monótona, líderes del pasado, vacío creativo de propuestas, carencia de contenidos de futuro, y, que su único recurso es colgarse como infante de kinder de la falda de la presidenta Michell Bachelet.

Piñera, tan acartonado como siempre, demostró que sus asesores más bien son guionistas. Sus discursos y propuestas ya parecen clichés y encarna un liderazgo pauteado, desmarcado por lo demás de los dirigentes de la coalición que representa. Esto ha sido evidente en las últimas semanas con la polémica sobre los homosexuales que saldrán en la franja y las disidencias que se han creado en la UDI y en RN sobre este tema. De todas maneras, el presidenciable de la derecha estuvo bien en provocar a Frei en el ámbito de la delincuencia y los indultos. Pero Piñera estuvo muy débil en temas como cultura por ejemplo, cabe recordar que señaló: “Hay millones de libros que no son buenos y que no debieran estar en el mercado”.


Anecdótico fue, que a ratos la discusión la protagonizaban los candidatos de la concertación y de la alianza, faltó poco menos que Arrate y Ominami observaran los emplazamientos constantes de éstos con cigarro en mano. Frei provocó a Piñera con la analogía y la compatibilidad entre los negocios y la política, Piñera no tuvo en dicho escenario otra opción que responder, y los chilenos volvimos a quedar prisioneros de esa odiosidad y de esa división que no ha dejado de perseguirnos desde los sombríos días del régimen militar. Esto me recuerda la imagen de un país fracturado por la desconfianza y la descalificación; una manera de hacer política a imagen y semejanza de un sistema binominal anticuado y extemporáneo.


En un formato un poco menos rígido que en los foros anteriores, los chilenos tuvimos la oportunidad de contrastar algo más que pautas programáticas. Los ciudadanos fuimos testigos de la puesta en escena de estilos y tipos de liderazgo diversos y de formas distintas de entender la comunicación y la imagen política. Fue un debate mucho más focalizado en resaltar las formas, las autenticidades, que las líneas de campaña, los argumentos y los contenidos, pero pudimos confirmar claramente una cosa: el declive de una forma de hacer política y la generación de un liderazgo joven, con coraje, audaz, que busca hacerse cargo de un sistema socio-político-económico con miras realmente a las aspiraciones de las generaciones jóvenes y venideras, quienes sin lugar a dudas aspiran a un chile sin silencios, a un chile desarrollado. Es por esto que para mí el gran ganador fue Marco Enriquez-Ominami, ya que además en cuánto a formato y dinámica llevaba la batuta. El provocaba y los demás provocaban, él era cálido, los demás lo eran; él piropeaba y los otros caían en el juego. Es así, como ME-O se mostró tal cual es y no se cerró a criticar "la falta de contenidos"... si el electorado también quiere conocer el lado humano y espontáneo de los candidatos. Por consiguiente, el candidato independiente fue en este debate un testimonio vivo del Chile del futuro, de sus contrastes, sus antítesis, de sus sufrimientos y sus omisiones, pero también y particularmente de sus desafíos a largo plazo, desafíos que requieren de la valentía y de una nueva generación que ya no está dispuesta a ver pasar la vida como meros espectadores.