Les cuento... los reflejos del subconsciente de un viejo amigo dicen de tal manera:
Ayer soñé que estaba en la cárcel, a los sumo, se imponía el olor amargo e indolente de vidas ajenas y sombrías. Los barrotes eran trípodes de culpa cubiertos de trajes implacables. Realmente el estar ahí no me molestaba. Las cosas sucedían en una especie de patio con torres colindantes, en donde se inclinaba mucha gente en la misma condición que yo, paseando metódicamente ventilando intimidades con sus propias conciencias. Con hipo y jadeo, se encontraban todos los reos, amenguados y sin afectación en las mesas aledañas. La deploración era general, todos recordaban cosas de la infancia con las manos cruzadas y las caras avergonzadas yacían en distintas posturas de agotamiento.
Recuerdo que veía vagamente en aquellas visicitudes del destino a muchos parientes, los cuales se ubicaban en diversas recoletas y desengaños; éstos, recorrían la zona estrechando sus manos a los presos, saludando con resignación se ubicaban emocionados, emanando gestos afables, dulces, con la intención de adelantar reivindicaciones destempladas. Nunca pensé que lograría ver seres queridos. Esto movilizó mis ánimos y desde lejos, corrí desesperadamente para largarme a llorar sin gritos pero conmovedoramente con el único familar que ha empatizado con mi emulación mortuoria... el encuentro fue con mi tío Carlos, mi padrino.
Una vez en sus brazos, me arrasó una congoja. La coherencia se tornó menos difusa, me sentí dueño de la culpa que acaecía ahora en una empatía que se mimetizaba poco a poco con mi tío. La remoción del silencio hablaba de por sí. Las onomatopeyas de la apatía inundaban mis lágrimas que colgaban en su chaleco. Incesantemente, siento que aquellas gotas eran como la cisterna que me lava la cara. Me doy cuenta que estaré cinco años privado de libertad. Me asusto de sobremanera, de pronto me pregunto si habré hecho bien y pienso en mi carrera, en mi vida con todas sus implicancias, creo que lo entiendo todo: agredí a un ser humano, quien por lesiones graves logró la cosa juzgada ejecutoriada.
Clamo por tranquilidad y paz !!. En ese preciso instante, le digo a mi tío: " ayúdame". Él señalaba que me iba a auxiliar y que pronto esto se iba a transformar en una confrontación épica, sublime y masiva: un lucha real.
Aún espero el cambio...
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