Cae la tarde en un posado de cúmlos desfragmentados, un naranjo cubierto de morado invade los contornos suscitados en esa plaza, donde la gente va y viene, cabizbajos, inundados de presiones y responsabilidades, sin paz ni calma. No es el caso de Nicolás, quien permanecía situado en una banca totalmente desdeñada por los años, por la plusvalía y sus adeptos, así estaba este hombre, quien poco a poco se torna aletargado por lo inmundo, por las reminicencias y por los infintos afanes afectivos trastocados por lo más obscuro: lo más difícil.
Con la ayuda de la naturaleza se sumerge en un mundo distinto, carcomido por la intriga pero no exento de paz y tranquilidad. Es así, como comienza un relato introspectivo desbordante, una senda inmensa ....
Clamo por ti, ahora, en este mismo momento !!! - le gritaba al Destino - ven a devolverme la paz, ven, te lo exigo !!!.
De pronto se acerca un hombre con una delicuecencia estética considerable, con ojos alicaídos y pelo largo, enredado, sucio por lo demás, este, era un simple vagabundo que detenía su lento caminar. Con ímpetu mira de reojos a Nicolás y le pregunta con flaqueado fervor - ¿querías verme? -. Nicolás reprime su aspecto, y no podía creer que él estaba a su lado; le pregunta enseguida: ¿por qué la vida no tiene sentido, por qué nunca no la ha tenido?. El hombre le responde que esto no era una interrogante ni una respuesta, que simplemente el sentido de la vida constituye una búsqueda sustentadas por el nosé, por la incertidumbre y las ambivalencias. Que este además, se encauza sólo cuando separamos nuestro ser de esta caparazón infectada de superficialidades y vicios, es por ello que la transición hacia otra vida es la única que determinará tu sentido vital y exudará el resultado de tu viaje espiritual.
Nicolás le pregunta de vuelta: ¿ por qué nunca me has favorecido, qué es lo que he hecho para merecer infinitos contextos plagados de sin sabores, desventuras y tormentos?. Es que en realidad, ya no lo puedo evitar y termino siempre gritando para mis adentros: ¡¡ maldita la fracción en que nací, maldigo el genesis que da forma a este universo aminorado en sombras y destellos sin forma, sin entendimientos y razones egoístas !!.
El hombre le responde sosegado, pasivo en sus vicisitudes, que el paso de este túnel no es fácil, que a veces sólo bastaba con avanzar con mayor rapidez de aquellas situaciones que nos mortifican y nos alojan con celeridad una cantidad de pesadumbres y aflicciónes mitigantes... el hombre respira, cesa en sí mismo y se sienta pausadamente al lado de Nicolás. Poteriormente, lo mira penetrantemente y logra la inmersión absoluta en sus profundidades... y así, continúa explicándole, que lo que pasaba era que su corazón se encontraba cabizbajo, le decía: tú has despercidiado cordura y estabilidad en retrasar los ciclos temporales, por eso que no has encontrado tu ritmo ni tu sonoridad natural, por eso tu dirección no se encuentra enderezada; cúbrete de la espontaniedad, báñate con el fluir del viento y encandílate con el fulgor del atardecer, dado que de esta manera, saldrá la primavera en todos los escondrijos y en los acertijos: en los más dispersos de tu ser.
Sin maneras ni complejos, el hombre abraza y se concatena en lo más sensitivo de Nicolás y le muestra en un par de segundos, la verdadera gravedad del entorno y desaparece con presteza.
Nicolás siente que retorna a su real posición y también decide dejar la conversa. Se da cuenta que todo sigue como antes, pero sonaba un vals esta vez, con características peculiares, en donde las flautas dialogaban con los violines, las trompetas aumentaban la intensidad junto al redoble de la caja, con dinámicas carentes de grandes intervalos y melodías mayores, llenas de esperanza y luminosidad. Pero al respirar de nuevo sintió nuevamente esa desazón en el aire, esa sensación de que ya le quedaba tan poco, que nunca, nunca más va a poder detener, ni armonizar su temporal: nunca cesará de agonizar en sin sentidos y perdiciones. Nicolás regresó a casa.
La mañana siguiente, el día despertó olvidándolo. En su pieza no quedaba más que un techo melancólico, una silla empujada y enterrada en el suelo, la cual lloraba con vigor aplastante y las paredes, gemían de dolor, desesperadas, perturbadas por la horripilante escena... fue un sesgo de dicotomías lo que lo impulsaron a desafiar la vida, y no quedó nada, nunca sabremos que fue aquello que la transición le tenía deparado; sólo quedó una cuerda que rodeaba su cuello congelado y pintado de carmín: todo apestaba a muerte, todo... todo.
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2 comentarios:
wena javo.. ta weno 'l "cuento"...
soy el feco, deberia estar estudiando :P pero me llamo la atencion 'l cuento y aqui estoy... perdiendo el tiempo de nuevo, que de perdido propiamente tal no creo que tenga mucho; aunque no es aprovechado como deveria pensando que manana doy examen.. jeje
weno me gusto iwal aunque no sabria opinar derrepente d forma mas detenida...
toma: yo creo que conocì esta pagina verdad? http://adn2006.blogspot.com/2006/08/dialogo-final-es-todavia-solo-un.html echale una mirada a ese que escribi... es un poco raya'o.. pero a mi me gusta kaleta, aver k t parece po loko.. k esty bien... chao!
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